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Paz, ¿qué eres y por qué faltas? ¿Derecho de privilegiados o bien común?
Muchas incógnitas se me pasan por la cabeza, puede que ninguna con respuesta, aunque en un ejercicio de reflexión creo haber encontrado una. Tú, paz, eres la esperanza de este mundo; eres igualdad, respeto y tolerancia basados en un mismo concepto. Tú, concepto esencial para entender cuál es nuestro objetivo común de vida, por el que hay que luchar. Hoy nos toca quitarnos el yugo y levantarnos ante esos poderes intolerantes que priorizan lo personal a lo común, es el momento de decir “La paz es mi vida y nadie me la puede arrebatar”.
Por eso os invito a todos a cerrar los ojos y soñar hoy, día de la paz, con un mundo sin armas, ni huidas, donde los miedos no tengan cabida. Solo existirá la tranquilidad y el silencio, silencio que nos ayude a mejorar moral y socialmente. Así que hoy si todos sumamos podéis hacer este sueño, realidad. Aunque ya se hace verdad la paz cuando un compañero se cae y otro le tiende la mano; cuando un profesor viene y nos ayuda; cuando nuestros padres, nos transmiten nuestros valores. Esto nos forma como un rayo de esperanza para una sociedad, tan maltratada y corrompida como necesitada de valores y de moral, que solo una generación joven y ambiciosa puede cambiar y ese debe ser nuestro objetivo primordial, porque nacemos para sumar y parece que es un concepto olvidado y machacado por los individualismos.
Puede que mis palabras no cambien el mundo pero sí nos que cambien a nosotros, pequeñas piezas de este gran rompecabeza que conforma el mundo.
Para acabar me gustaría destacar una frase de Santa Teresa de Calcuta: “No necesitamos armas y bombas para llevar la paz, necesitamos amor y compasión.”
Rafael Díaz Navarro